martes, octubre 18, 2005

Contingencia

Jamás imaginé que mi vida fuera a cambiar tan radicalmente, cuando el pasado día veinte de madrugada me tuve que enfrentar nada mas y nada menos que a la muerte, no a la mía , pero como si lo fuera, dicen que la muerte esta tan segura de su victoria que nos da una vida de ventaja. Pues esta vez no dejé que se saliera con la suya y arrancara de mi lado una de las personas que más falta me hace en mi vida, hablando egoístamente.

Todo comenzó cuando a las cinco menos cuarto de la mañana escuche voces, sin pensarlo me levanté y fui al dormitorio de mis padres, me encontré a mi madre muy angustiada intentando que mi padre tomara unas cucharadas de leche y Cola-cao, mas concretamente hidratos de carbono, pues es diabético y en ese momento sufría hipoglucemia; esto ya había pasado otras veces me dije ¡Ahora se recuperará! .Cual fue mi sorpresa que no podía tomar ni una cucharada; me acerque a él, que permanecía indiferente y perdido ante los gritos impasibles de mi madre, por un instante me miró y con esa mirada lo dijo todo , no podía mas hasta ahí podía llegar ,todo fue cuestión de segundos y de repente se desplomó.

En esto se levantó mi hermano, con gritos e histerias de mi madre, pensé fríamente mi madre no está aquí, no es ella, mi hermano tiene mal despertar y así lo demostró con indiferencia. Corrí y corrí hacia la cocina. Mi cerebro solo daba ordenes decía correr, cocina, nevera busca. ¿Busco? ¿Qué busco? ¿Que hago? Ya esta, hay estaba en el estante de la insulina había una inyección de glucagon, pero caducada. ¡Susana que más da esta tieso!! La preparé y se la inyecte tal y como sabía, ver entrar esa aguja tan grande en su pierna fría, yo que solo trataba con animales verme pinchando a una persona sin quejarse de que le doliera me daba miedo.

Mientras decía que llamaran a una ambulancia, porque estaba ocupada dando masajes y cogiendo el pulso, pero las dos personas que me acompañaban por un momento dejaron de ser adultos para ser dos críos de guardería de los cuales no me podía hacer cargo en ese momento, no me importaba nada como si querían matarse entre ellos.

Al final llamé yo misma, di los datos y el médico que me pasaron a la espera me dijo que le pusiera un poco de azúcar debajo de la lengua. No hacia sino perder litros y litros de agua con su sudor, era peor que si llevara un mono ignifugo de carreras, él seguía luchando, pero cada vez mas frío y rígido, pero sin obtener respuesta positiva, todo aquello era un agobio. Me lo imaginaba en el ataúd, pasando millones de imágenes vividas con él, y no hacia sino susurrarle no te rindas, no nos puedes dejar, con la única esperanza de que me oyera. Encargué a mi hermano que trajera el azúcar, explicándole para que lo necesitaba, mientras yo mojaba toallas para limpiarlo. De repente todo empeoró aún más cuando oí a mi madre gritar ¡hay que lo mata! ¡Hay que lo mata!

De nuevo corrí sin saber lo que vería, allí estaba mi padre con azúcar por los ojos, oídos cara en general hasta pecho. El muy idiota le abrió la boca y le metió azúcar en gran cantidad por ella. ¿Pero que estaba pasando? ¿Qué les pasaba a ellos? Corrí hacia la cocina cuchara y vaso de agua me llevé para el cuarto, ábrele la boca de nuevo le decía yo y el decía no puedo. ¡Ábresela! Gritaba de impotencia. Se la abrió le quite lo que pude con la mano y el resto se lo disolví con agua. La mayor alegría fue que mi padre por un momento trago aliviado.

Los minutos pasaban y pasaban, pero muy lentos. Después del disparate cometido por mi hermano le rogué que se fuera para la calle a esperar si llegaba la ambulancia. Mi madre no me preocupaba, pues la tenía bastante ocupada eligiendo la ropa que se tenía que poner. Yo mientras tanto lo seguía lavando y hablándole, lo vestí como pude. ¡Dios como pesaba levantar tantos kilos de golpe sin pensarlo! Era mortal, no podía, quería tener más fuerza, más aguante, pero se me resbalaba ya que parecía de goma.

Había pasado cerca de media hora, cuando por fin abrió los ojos, y en ese momento respiré, como si durante todos esos minutos anteriores no lo hubiera hecho, la primera palabra que dijo fue su respuesta a mi pregunta ¿Que sientes? ¿Qué te pasa? ¡No te duermas de nuevo! ¡Escúchame! Me respondió “dulce, estoy dulce” abriendo su boca y saboreando, entonces me reí. Tras ese primer dialogo me preguntaba que hacía, que hora era, comentaba que no le pasaba nada. En definitiva no se había enterado absolutamente de nada.

La ambulancia llego todo cambiaba de color, y la vida siguió había encontrado de nuevo la felicidad para mi, pues la perdí por un rato. Ya era feliz, pero en mi opinión el ser humano es un ser buscador infatigable de la felicidad, esa felicidad la encontré de ese modo, pero la felicidad va más allá, queremos más cada vez más.

Queremos transformar lo que nos rodea, cosa con frecuencia ardua y que nos lleva a ese desbocado afán de "tener". Tener más tiempo a mi padre quería yo, ahora por esa parte soy feliz, pero no se hasta que punto, pues todas las noches tengo la misma pesadilla intentando salvarle la vida. Incluso por el camino de regreso a casa de urgencias me sentía mal enfadada e irritada, tanto con mi madre como con mi hermano.

Pienso que a menudo nos creemos más de lo que realmente somos. Somos seres meramente contingentes. En cambio, "hinchamos" nuestras necesidades, derechos, deseos o proyectos y expectativas. Me creo un ser superior a los que aquella noche no me ayudaron, por esos pensamientos de no poder faltar de su lado, por lo que pudiera ocurrir. Sin embargo, soy un simple ser humano, que no debería estar insatisfecha por lo hecho, sino todo lo contrario muy orgullosa, ahora me cuestiono todo lo que en la vida me va sucediendo diariamente. Y lo mas importante es por las mañanas al levantarme y ver a mi padre bien es un gozo de alegría que me da satisfacción, y me colma de la alegría más básica, la alegría de ser, es decir de existir. Pues sino existiéramos no tendríamos riesgo alguno de alcanzar el último punto como es morir.

Eso es irremediable, pues somos simples seres humanos en un mundo limitado. Es por ello que sí aceptamos y apreciamos con gozo la contingencia de nuestro existir, tendremos abierta la mayor fuente de felicidad, pues saborearemos la posesión del bien mayor, el existir mismo que podríamos no haber tenido y que seguiremos teniendo mientras existamos, como lo que somos, seres contingentes.

Con todo esto he descubierto, que me comportaba con soberbia, y he sentido remordimientos de haber tratado con altanería a personas de mi entorno, ahora me voy despojando de la coraza que muchos nos creamos y ha llegado a afectar gravemente al ser que mas me debería de importar, a mi misma , es decir a mi "YO ". Ha despertado en mí todo un sector ético que mantenía penumbroso en el desván. He sido demasiado egoísta, y ello es peligroso; nos hace proclives a acabar mal, eso sí procuraré andar sin coraza, pero con el cuchillo afilado en los dientes, pues vivimos en un mundo meramente egoísta donde suelen aprovecharse de los seres mas débiles.

Seres que nos hacen ser servidores, por aprecio, de los demás, y también, ¿por qué no?, de uno mismo, ya que soy tan débil como la muchedumbre.

Pues nos hemos reducido a seres desorientados, agobiados por las terribles amenazas diarias, como son el terrorismo, cambios climáticos, etc. Que son causa de la propia civilización que hemos desarrollado. Y han ocurrido en este siglo, las peores guerras de la humanidad. Todo ello para hacernos creer que es para lograr mejor y más continuamente la felicidad.

Entonces, ¿No debe el ser humano romper el círculo vicioso de creer que debe empezar siempre por la insatisfacción y luego tratar de saciarla?-¿No se ha de caer en la cuenta de que el bien radical, fundamento de los otros, lo tenemos saciado de antemano: la alegría, el placer de existir?-¿Ocurrirá algo analógico con los demás niveles de felicidad, que siempre lo real posible es más que lo aparentemente mejor pero imposible?

Son tantas cuestiones con respuestas tan diversas, que a veces dan ganas de olvidarse del resto de los seres humanos y vivir nuestra propia vida, empezando a preocuparnos por nuestro yo. .



F I N

3 Comments:

Blogger EnTrE LiEnZoS said...

No borreis los comentarios, pues para mi son importantes. gracias

1:11 a. m.  
Blogger fabbe said...

Susana , impresionante, te felicito. Como actuaste sin ser una profesional salvando la vida de tu padre. Mi papa q ya no esta conmigo tb sufria esos bajones. Por eso te comprendo.

12:51 a. m.  
Blogger EnTrE LiEnZoS said...

Muchísimas gracias Fabbe, en ese momento lo que se necesita es reaccionar, pues tiempo de llorar su muerte ya tenía toda la vida.

10:19 a. m.  

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